Alexa…

Alexa… no recuerdo bien como la conocí. Creo que por unos amigos en común. Pero fue en el circuito de bares donde nos hicimos, pues, frecuentes. Desde que la vi algo llamó mi atención, sus ojos y sus grandes pechos que iban acorde con su ligeramente robusto cuerpo y su piel lechosa; quizá es poco romántico, pero, pensándolo bien, el romanticismo nunca tuvo lugar en lo nuestro.

Me la habían presentado anteriormente pero fue meses después que nos topamos en un pasillo de bar, de esos que están llenos de gente, humo, ruido. Nos saludamos de beso en la mejilla. Sin nada mas que decir, continuamos nuestras respectivas rutas con las tragos en mano.

Solía verla en los bares. Un par de veces nos saludamos a la distancia con un gesto. No coqueteo, un gesto.

Una noche al anunciar la última ronda antes del cierre mis amigos decidieron irse a buscar a donde seguir y que yo decidí quedarme la vi sentada en una mesa sola. Me pareció extraño y la salude a la distancia. Le hice gestos para preguntarle qué pasaba. Con una sonrisa me invitó a acercarme. Tomé mi bebida y con cigarro colgando de los labios emprendí camino. Platicamos un poco de ese bar. Recordamos algunos conocidos en común y charlamos de niñerías que ni siquiera recuerdo. Sus ojos eran la parte más importante de la plática. Su cuerpo robusto se posaba tras la mesa quieto, atengo a la plática, mis ojos no podía evitar recorrer su cuello y bajar por su pronunciado escote.

La plática siguió su curso, las luces del lugar se encendieron para hacernos saber que era hora de irnos. La caminata era corta pero logramos la forma de extenderla, noté que su paso era lento y finalmente nos detuvimos a encender un cigarro. La flama del cerillo me permitió ver su mirada, primera fija en el fuego y después en mí. Fue al final de su primer probada que me acerqué a besarla. Correspondió. Su ojos se cerraron justo antes que los míos. El beso recorrió sus labios y se abrió camino por su cuello.y en la oscuridad las manos recorrían  su cintura buscando escabullirse entre las telas para poder sentir su piel. Me guió otra vez a sus labios, entonces mis manos subieron estrepitosamente para apretar sus tetas que habían saboreado

Sonaron pasos en el pasillo. Lo único que continuó fue nuestra respiración acelerada y pequeñas risas que hacían ecos a los pasos que circularon a nuestro alrededor. Sonreímos mientras nos veíamos a los ojos sin poder recuperar el aliento. Los ojos clavados en los del otro. Pasaron los intrusos… continuamos. Después de unos segundos sonó su teléfono. Un tono. Seguimos besándonos. Dos tonos. Sus ojos se abrieron pero la apreté contra mi cuerpo. Tres tonos. Sus manos se posaron detrás de mi nuca. Cuatro tonos. «¡Ach!» dice y vuelve a besarme. Cinco tonos. Mi mano busca el cierre de su pantalón.

Tengo una pequeña batalla con su botón y su cierre, a fin de cuentas su ropa era ligeramente apretada y revelaba su robusta y femenina figura. Mis dedos logran escabullirse por sus panties. Su piel es suave, depilada, húmeda y sólo puedo imaginar que blanca y rosa. De su boca se escapan unos gemidos cuando mis dedos juegan con fuerza y desesperación entre las ropas. Sus rodillas se aprietan juntas y sonríe un poco. Sus manos dejan mi cuello y buscan el cierre de mi pantalón, no le es fácil, así que le ayudo a abrirlo y la guío a erección. Nuestras bocas pasan de besos a jadeos una frente a la otra. Sus dedos recorren mi verga mientras mis dedos entran y salen lo más que alcanzo. Con mi otra mano intento bajar un poco sus pantalones para entrar más. Logro sentir su cadera desnuda. Su mano sigue frotándome una y otra vez, le digo que moje su mano así que la lame y continua. Me acerco más para sentir su piel y frotar mi glande con su cadera. Meto mis dedos con fuerza entre más me excito, fruto mis yemas con sus labios y su clítoris, se deslizan en su humedad. Su respiración se acelera y aprieta más su puño con mi pene adentro. Mi corazón se acelera y le da ritmo a mis dedos. Siento su cabeza reclinarse sobre mi pecho mientras mis dedos aceleran su paso para hacerla explotar. Alexa encierra su gemido con mi piel y aprieta con fuerza mi pene mientras lo hace. Mi respiración se acelera y alcanza su ritmo, «voy a venirme.» La aprieto contra mi cuerpo mientras mi miembro frota su piel, unos cuantos segundos después palpita fuertemente con eyaculación al ritmo de su mano, la cual embarra su cadera. Escucho tus labios decir «qué rico, papi».

Nuestros corazones siguen acelerado, nuestras respiraciones se profundizan ligeramente más lentas. Las sonrisas se muestran mientras intentamos ajustar nuestras ropas y regresar a la normalidad. Nos damos un beso, apresurado, profundo.

El teléfono vuelve a sonar, esta vez sí es contestado. Avanza cada quien en una dirección similar pero no juntos. Ella sigue al teléfono con una sonrisa; nos despedimos con nuestras manos y sonrisas acompañan la despedida.

Espero volverla a ver pronto.

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