Acuerdo previo.

Entró al cuarto y dejó su maletín, se desajustó un poco si corbata. El traje era café, gastado, parecía de una serie televisiva de los sesentas. Se quitó el saco y lo dobló cuidadosamente, inspeccionó la habitación con la mirada y encontró una silla en donde lo colgó con tal calma que pareciera una novia manipulando su vestido de bodas, regresó por el maletín y lo abrió sobre la mesa maltrecha que acompañaba a la silla. Dio un suspiro; se subió las mangas y se resignó a esperar. Sigue leyendo

Alexa…

Alexa… no recuerdo bien como la conocí. Creo que por unos amigos en común. Pero fue en el circuito de bares donde nos hicimos, pues, frecuentes. Desde que la vi algo llamó mi atención, sus ojos y sus grandes pechos que iban acorde con su ligeramente robusto cuerpo y su piel lechosa; quizá es poco romántico, pero, pensándolo bien, el romanticismo nunca tuvo lugar en lo nuestro.

Sigue leyendo

Mónica (primera parte)

«te veo en la tarde. miau. monica.» decía el mensaje.

Mónica disfruta de los juegos, le gusta crear ambientes… a veces velas, música, luces. Siempre ha sido detallista. Es delgada pero su figura es muy femenina. su sonrisa esconde algo que sus ojos confiesan.

Arribo a su departamento y entro a la sala… no veo ambientación y me siento en el sillón a esperar. Escucho ruido pero no veo movimiento. «¿Mónica?» pregunto esperando respuesta. Escucho «Miau» y escucho sus tacones lentamente avanzar por el pasillo. Sigue leyendo

Encuentro

La impaciencia se hacía notar con el dedo sobre la mesa golpeando al ritmo de la música dentro de aquel café. Revisaba la hora de su celular y la del reloj colgado en la pared cerca de la barra. Cuando se abrió la puerta del local, el corazón de Pita latió con fuerza y su cuello se estiraba cual vieja chismosa para revisar quién entraba. Falsa alarma, y cruzó la piernas buscando la mejor posición para recibir a una “vieja amiga”. Sigue leyendo

Y por eso me fui – J. Rooney

Todo, absolutamente todo iba bien. Las risas fluían, la conversación era entretenida, el vino, la comida, hasta el postre me gustó. ¿Coqueteos? estos saltaron toda la noche. Saltaron casi tanto como mi cuerpo; cuando monta al tuyo como niño en carrusel. Me guiñabas un ojo, acariciabas mi mano, tu entrepierna fue sometida a las más cachondas caricias que arribaban por debajo de la mesa con la punta del pie. Algo muy usual, pensé, pero cuando despojé mi pie derecho de la zapatilla, regalo tuyo, y comencé el juego, tus mejillas sonrojadas, tus monosílabos y titubeos celebraban mis acciones. Muerto de miedo, vivo por placer, decía el mensaje que me enviaste cuando estabas en el baño y una sonrisa de complicidad se dibujó en mi rostro, un rostro con ganas, con ansiedad. Sigue leyendo

Amigos

Camilo se aferró al volante. Este tramo oscuro de carretera, inevitable de regreso a la ciudad, era su favorito del trayecto. Y Praga, sentada junto a él en jeans y camiseta, lo sabía también.

Su mano conocía muy bien la entrepierna de Camilo y, hay que decirlo, le gustaba su verga. Así, sin morbo. Para ella fue un objeto curioso desde que se la vio con claridad. Esto fue meses después de sentirla entre sus labios porque, por modestia de él, cogían a poca luz. Cosita curiosa, le decía a ella mientras él apagaba la luz antes de desnudarse. Sigue leyendo