Entró al cuarto y dejó su maletín, se desajustó un poco si corbata. El traje era café, gastado, parecía de una serie televisiva de los sesentas. Se quitó el saco y lo dobló cuidadosamente, inspeccionó la habitación con la mirada y encontró una silla en donde lo colgó con tal calma que pareciera una novia manipulando su vestido de bodas, regresó por el maletín y lo abrió sobre la mesa maltrecha que acompañaba a la silla. Dio un suspiro; se subió las mangas y se resignó a esperar. Sigue leyendo
Acuerdo previo.
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